El Camíno de la Libertad
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Después de la ofensiva alemana de mayo de 1940 y la división de Francia en dos partes, una zona ocupada al norte y una zona libre al sur, muchos civiles y militares, huyendo un mundo de persecuciones, de encarcelamiento y de ejecuciones, indisociables de la barbarie nazis, se refugiaron tan pronto como lo pudieron en esta zona libre, sinónimo de esperanza.
Entre los militares, figuraban presos evadidos, voluntarios recién alistados, jóvenes de tropa, pilotos abatidos, todos animados por el mismo deseo de juntarse con las fuerzas aliadas para poder continuar el combate, como numerosos civiles, victimas de discriminaciones de toda clase, extranjeros perseguidos y refractarios en peligro, judíos acosados, resistentes desenmascarados o denunciados. El denominador común era la necesitad vital de irse de Francia y alcanzar España, atravesando los Pirineos : o sea por simple instinto de supervivencia, o sea para resistir inevitablemente a la insoportable opresión ; desde el principio de este éxodo voluntario, todos lo que estaban capturados por las guardias fronterizas españolas fueron desgraciadamente rechazados a Francia, internados por el poder de Vichy y devueltos a las autoridades alemanes ; más tarde, fueron mantenidos en detención en España y aunque el general Franco fue el aliado de Hitler, tratando sin amabilidad a todos los nuevos recién llegados que estaban encarcelados en seguida en cárceles de triste renombre durante un periodo de 2 a 6 meses (según su edad, su nacionalidad, o su propio estatuado), los devolvía en virtud de acuerdos económicos, más o menos secretos que había pasado con las fuerzas aliadas.
Desde el principio de la ocupación, los Pirineos, parte integrante de la zona libre, fueron menos vigilados, permitiendo así pasos por itinerarios más fáciles por personas poco preparadas que pudieron, por si mismo o por relaciones encontrar en el sitio, a voluntarios expertos en el alto monte para conducirles a España : entre estos acompañantes, claro se encontraban pastores, contrabandistas, guardabosques, cazadores de gamuzas, campesinos de los pueblos fronterizos...
Pero, desde el de 11 noviembre de 1942, fecha de entrada de los alemanes en la zona non ocupada, consecutivamente al desembarco aliado en África del Norte el 8 del mismo mes, el cerco nazi se cerró, la vigilancia se intensificó notablemente, guardias fronteras, en su mayoría austriacos fueron despachados en número a lo largo de la cadena, las patrullas se multiplicaron en alta montana ; incluso allí, se creó una zona prohibida de 20 kilómetros por dentro de la cual no se podía circular sin pase.
Para sustituir a la improvisación de los primeros pasos fue vital de ponerse en el sano de organizaciones más estructuradas y mas metódicas, y sobre todo mas secretas ; así, verdaderos redes aparecieron, británicas, belgas, holandesas, polacas, y también de los militares franceses, cuyo objetivo principal y común consistía en hacer pasar, no solo hombres, sino también informaciones y documentos.
Lo peor fue desde febrero de 1943, consecuencia de la instauración del STO (servicio del trabajo obligatorio), que obligaba a los jóvenes a ir a trabajar en los diversos territorios del Reich, entonces se declaró un corriente de "refractarios" que, para sustraerse a este orden terminante, decidieron unirse al maquis o pasar a España. Ante este éxodo macizo de mano de obra barata (que además afrontaba un número creciente y mas y mas preocupante de militares evadiéndose), la represión nazi aumentó considerablemente, los detenciones se generalizaron, los guías fueron aun más perseguidos, acosados, hasta tal punto que de los 2 000 repertoriados, cerca de la mitad fueron ejecutados o murieron en deportación; sin embargo, gracia a ellos, sobre todos los Pireneos, 33 000 candidatos a la evasión pudieron realizar su sueño.